lunes, 31 de julio de 2017

JOSE RAMON MEDINA PERSISTENCIA & RESISTENCIA DEL SIMBOLO.

Desde los inicios de la última decada del siglo XIX, la preocupación por lo “invisible”, persiste paralela al irresistible interés por el misticismo, lo esotérico, la subjetividad y el pensamiento abstracto. Incluso, en las poéticas y producciones de los pioneros de la pintura abstracta de la modernidad: Wassily Kandinsky (1866-1944), Frantisek Kupka (1871-1957), Piet Mondrian (1872-1944) y Kazimir Malevich (1878-1935), resulta evidente la enorme influencia que recibieron de algunos filósofos, místicos, poetas y teósofos primordiales que profundizaron de forma brillante en la “historia invisible” de la consciencia, tales como Meister Eckhart (1260-1327), Guillermo de Ockham (1285-1349), Jakob Böhme (1575-1624), Emanuel Swedenborg (1688-1772), William Blake (1757-1827), Helena Blavatsky (1831-1891), Rudolf Steiner 1861-1925) y Edouard Schuré (1841-1929) Durante las últimas tres décadas, las artes visuales dominicanas se desarrollan en un contexto signado y estremecido por múltiples y disímiles oleadas de sensibilidades, visiones, realizaciones, ilusiones y teorizaciones fragmentarias. En este contexto se registra el proceso de emergencia y transformación de la práctica creadora de José Ramón Medina (1954), responsable de una propuesta pictórica que patentiza su profunda conexión con la filosofía perenne de Oriente y Occidente, así como con la espiritualidad, la poesía, lo mágico-mitológico y los postulados estéticos de los precursores de las primeras vanguardias abstractas europeas y americanas del siglo XX. Dibujante, pintor, instalador, fotógrafo, docente y estudioso de los fundamentos del sistema pictórico, José Ramón Medina es uno de los más emblemáticos chef de file de la Generación de los 80s en Santo Domingo. Miembro fundador y principal teórico del “Colectivo Generación 80”, ya desde sus iniciáticos ejercicios creativos y teóricos, estuvo siempre al día sobre el excitante papel que jugaron el esoterismo declarado y las motivaciones místicas en el proceso de fundamentación teórica de las llamadas “vanguardias históricas”. Sus búsquedas teóricas se enfocan en la libertad creativa, la validez de las nuevas prácticas artísticas: land art, happening, video, arte digital, performance y escultura efímera, así como en su apuesta radical por la vigencia del perfil identitario en la plástica nacional Durante las últimas tres décadas, José Ramón Medina se consagra a la docencia artística en la Universidad APEC, la Escuela Nacional de Artes Visuales y la Universidad Autónoma de Santo Domingo, asumiendo una actitud autoexigente y una discreción expositiva que le permiten profundizar el proceso de asimilación, manipulación y transmutación de una multiplicidad de lenguajes, técnicas, medios, recursos expresivos y corrientes estético-filosóficas que habrá de desembocar en una propuesta simbólica de esplendorosa eticidad, abiertamente antirealista y en la cual, no obstante, resisten con cristalina efectividad los signos culturales identitarios del Caribe. Precisamente, los contenidos formales y objetivos que vitalizan cada uno de los trabajos pictóricos que integran el representativo extracto de la producción reciente de José Ramón Medina que en esta ocasión, bajo el título “Raíces y Mixturas”, acoge el Centro Cultural de las Telecomunicaciones del Indotel, traslucen sus enfáticas y vitales remisiones hacia una poética visual polisintetizante que, desde luego, penetra y asimila con alto vuelo lírico y gran riqueza metafórica, el reino de lo inefable: el misterium de la Cosmogenesis, lo elemental, la invisibilidad, el ultramundo, lo extraterreno y los ancestros. Estas obras recientes de José Ramón Medina nos atraen especialmente por la saturación de las superficies pictóricas a base de un torrente de espectrologías, signos y símbolos mixtificados, impregnados de alusiones al folklore, la memoria, el mito, los sueños, la “realidad aparte”, la multiformidad y multidimensionalidad de espacio-tiempo, así como por las mitologías y rituales del caos cotidiano. Obras significativas por su gran apertura simbólica y sus altos niveles de artisticidad en esta selección, resultan las tituladas “Secreto Cósmico. Mirada vertical”; “Conversación cósmica”; “La forja del unicornio”; “Persistencia y resistencia del símbolo”; “Encuentro con Palmira de Remigio el Bacá y Toño el Galipote”; “Danza de símbolos”; “Visitantes que llegaron de noche”; “La montadera de Palmira”; “Oteando la llegada de aquellos inesperados”; “La Ciguapa en su hamaca la luna miraba”; “La persistencia de los dioses”; “Danza de fuego”; “Encuentro de nuevo tipo. Trino, Boinayel y Dambalá en busca del agua”; “Inesperada Genuflexión de un Bacá” y “Falicus divinicus”. Ahora bien, cada una de las veinte pinturas que integran el cuerpo expositivo de “Raíces y Mixturas”, resulta un hallazgo estético íntegro, digno, imageticamente “purificado”, esplendoroso y sorpresivamente fragmentario. Esto último, en el sentido de que estas reacciones pictóricas, también podrían leerse como auténticos “monogramas”, fracciones, cifras y criptografías especulares, desprendidas y extractadas por José R. Medina como entrega non finita de su próspero y visionario salto creador hacia las fuentes abisales de la imaginación, la preciosidad y lo intangible. Además, en estas pinturas, confrontamos una fantasmática expresiva traspasada y potenciada por signos ancestrales, herméticos, tántricos, taínos, africanos y otras tantas claves semióticas de incontrastable ascendencia metafísica. Entonces, en sus “Raíces y Mixturas”, desde los fértiles abismos de la memoria, lo imaginario y lo insondable, JRM transparenta los efectos autosignificativos de una íntima y apasionada mística rebelde y cimarrona que irradia de manera particular su proceso creador, llegando a materializar sus visiones, experiencias, emociones, reflexiones y sentimientos más abstractos, genuinos y profundos. Se trata de un viraje “alucinatorio” y vertiginosamente cautivador que le permite entregarnos las imágenes de lo invisible, lo real-maravilloso y la memoria como estados, en primer lugar, del alma y la imaginación. Imágenes “purificadoras” que nos revelan su ontológica conexión con la naturaleza, el sentido de la tierra y los signos de la memoria identitaria, puesto que vida, sabiduría, cultura y naturaleza, son para él como una verdadera religión. Conexión telúrica y poética con experiencias, espacios, tiempos, orbitas, fenómenos y objetos que pueden ser significativamente profusos, vitales o triviales, pero que constituyen modalidades diversas de enfrentamiento con la latencia de lo íntimo y lo enigmático y cuya inminencia nos sitúa al borde de lo metafísico y esencial, más allá de los lapidarios ejes y coordenadas de lo cotidiano. Así, en estos esplendidos ejercicios pictóricos extractados bajo el elocuente título de “Raíces y Mixturas”, iluminando sombras y “misterios”; visibilizando lo invisible; reafirmándose desde la persistencia y resistencia del símbolo; mixtificando objetos, fetiches y contextos; resemantizando iconos, espectros energéticos y gestuales expresivos-al mismo tiempo que asigna forma a lo que no lo tiene-, José Ramón Medina logra provocar respuestas y vibraciones emocionales, tan sugestivas y fascinantes como igualmente súbitas y contradictorias en la mirada y la consciencia del espectador… Amable López Meléndez Miembro de AICA/Curador jefe del Museo de Arte Moderno. Santo Domingo, 07. 2017.